Nada que ofrecer

Quiero entregarte un amor intachable,
arrancarte la risa y oirte cantar,
si pudiera ofrecerte mi vida lo haría,
pero nada que tenga te podría honrar.

Lo bueno que anhelo se escapa en mis dedos,
lo malo aunque quiera no puedo evitar,
mi vida es un puño de tristes topiezos,
vergüenza en mi rostro y nada que dar.

Y, ¿cómo no amarte? si tu sabes eso
y pagas la deuda en vez de exigir
enviaste a tu Hijo, doliéndote tanto
a que me salvara, al pagar por mi.

Te necesito

Tu mano es severa, incorruptible, temible, infalible.

Pero como el viento haz recorrido mi rostro y enjugado mis lágrimas.

Tu rostro es oculto, indiferente, enigmático, indescifrable.

Pero como el fuego haz consumido mi dolor con Tu sonrisa.

Tu guía es determinante, no negociable, dolorosa.

Pero como el agua me hace flotar en tu amor y trae consigo un fruto dulce como la miel.

Nunca apartes de mi tu mano, tu rostro o tu guía. Te necesito Papá.

Amarte

Hoy decido amarte, sin color ni rostro, nada anhelo más que a Ti.
Y ¿cómo no amarte?
Me acaricias con las pequeñas manos de una princesa que me llama papito
Me animas con la sabiduría de un joven que se come el mundo a mordidas, porque así lo enseñé
Me levantas con el amor de una mujer que me enseña Tu corazón cada día.
Y aún cuando no te había amado, me amaste dando Tu vida por mi, pagando mi deuda.
Gracias Papá.

Agnosticos

Ayer, en una agradable discución con algunos amigos, me di cuenta que aquellos que se autoploclaman ateos/agnósticos están (quizá) más cerca de la verdad en cuanto no aceptan la religión como algo suficiente para alcanzar la verdad.
No podemos, cerrarnos al intercambio de ideas, mientras más abiertos estemos al diálogo más facilmente (y honestamente) podremos presentar el evangelio.

Con la plena intención de retomar la pluma (i.e. el qwerty) pero ahora con la meta de salir, en vez de entrar. Mucho hay guardado en este corazón, que no es sencillito y carismático, sino rebuscado y multidenominacional.